Un hombre piadoso
Reunidos los habitantes del poblado, el imán recomenzaba un sermón sobre las grandes acciones de los profetas. Cuando, en su modalidad teatral y enfática de hablar describía las gestas nobles de uno de los más prominentes, Nasrudín estalló en llanto.
—¡Mirad a este hombre piadoso!, exclamó el imán, señalándolo. ¡Está tan conmovido que no puede contener las lágrimas!
—Es verdad, sollozaba el Mullah. Me has conmovido. Mi cabra favorita murió esta madrugada y no logro consolarme. Cuando tú, sacudías la cabeza al hablar, me recordabas tanto a ella que me has hecho llorar.
viernes, 13 de enero de 2012
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