Ronquido infernal
Un amigo de Nasrudín le invitó a ir de vacaciones con otros hombres del pueblo.
Cada día, cazaban, luchaban, apostaban y celebraban la ausencia de sus esposas. Pero al tercer día, Nasrudín empezó a observar las frías miradas que sus compañeros le dirigían.
—¿Por qué me miran con esa antipatía?, preguntó finalmente.
—Porque pasamos toda la noche en vela por tus ronquidos infernales.
Cuando el Mullah oyó esto, empezó inmediatamente a empaquetar sus cosas.
—No es necesario que te marches a casa, dijeron sus amigos.
—Sí, lo es, contestó el Mullah. Llevo casado quince años y he dormido con mi esposa todo ese tiempo. Ni siquiera una vez se ha quejado la desdichada mujer.
jueves, 20 de noviembre de 2014
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Que buena reflexión.
ResponderEliminarSaludos y buen fin de semana.
Ramón