Arrogante
Un amigo de Nasrudín heredó algún dinero y se mudó a un palacete en el centro de la ciudad.
—Nunca me saludas por la calle estos días, le achajó Nasrudín cuando se encontraron. ¿Cómo puede ser que te hayas olvidado de tus viejas amistades?
—Muy al contrario, argumentó su amigo, me he acostumbrado tanto a pasear por mi balcón y a mirar hacia abajo con la esperanza de ver a alguien que conozca, que se me ha vuelto un hábito transitar con la cabeza baja. Por eso, no reconozco a los amigos cuando los encuentro en la calle.
Pocos días después, el Mullah, con la mirada hacia el cielo, pasó justo por delante del mismo amigo.
—Oye. ¿Te has vuelto tan arrogante que ya no saludas a un amigo en la calle?, le recriminó el amigo.
—Muy al contrario, le replicó el Mullah Nasrudín. Simplemente, me he acostumbrado tanto a que mis amigos se eleven sobre mí, que ya he empezado a caminar mirando hacia arriba, con la esperanza de poder verlos momentáneamente paseando por sus balcones.
miércoles, 21 de enero de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario